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Thursday, October 31, 2013

LP 'Infidels'


El 1 de noviembre de 1983 se publicó en Estados Unidos, 'Infidels', el vigésimosegundo álbum de estudio de Bob Dylan, considerado el disco que devolvió a Dylan al mundo secular después de la 'trilogía espiritual' ('Slow Train Coming', 'Saved' y 'Shot of Love') que produjo tras su conversión al cristianismo. De nuevo Dylan carga las tintas contra la sociedad estadounidense y, en un arranque de conservadurismo político critica la carrera espacial, la deslocalización industrial y defiende el Estado de Israel. El álbum fue muy bien acogido por la crítica que celebraba la 'vuelta al mundo real' del cantautor y consideró el trabajo su mejor obra desde 'Blood on the Tracks'. Fue nº20 en las listas americanas y nº9 en las británicas.

Durante el año 1982 las actividades públicas de Dylan se pueden contar con los dedos de una mano: el 15 de marzo es admitido ceremoniosamente en el Songwriters Hall of Fame y el 6 de junio aparece como artista invitado sorpresa en un concierto a favor de los colectivos que rechazaban la energía nuclear, donde interpreta tres temas con Joan Baez. Una notable señal de sus proyectos y perspectivas como artista se produce en agosto cuando Dylan firma un contrato con su nuevo mánager, Elliott Roberts. El cantautor, tras algunos devaneos durante su etapa de retiro espiritual con la idea de desaparecer de la escena, parece decidido a seguir con su carrera y en otoño comienza a escribir material para un nuevo álbum.

En busca de un productor para el proyecto, se pone en contacto con Frank Zappa, pero las conversaciones no fructifican. Otras opciones fueron David Bowie y Elvis Costello y, en enero de 1983, contrata finalmente a Mark Knopfler. Las grabaciones comenzaron el 11 de abril en los estudios Power Station de Nueva York y se extenderían -incluyendo las mezclas finales- hasta el 5 de julio, lo que supuso un tiempo inusual en sus producciones, que solían tomar mucho menos tiempo.

A pesar de su conversión cristiana, Dylan se mantiene fiel a las tradiciones judías y viaja junto a Sara a Jerusalen, donde asisten a la celebración del Benei Mitzvá de su primogénito Jesse. Una de las fotografías de Bob que Sara captura en ese viaje, se incluiría en el interior del nuevo álbum, cuyo nombre 'Infidels' (infieles) ya no tiene estrictamente referencias espirituales. Es más, en él lanza una mirada libre sobre la realidad norteamericana y en sus textos asoma de nuevo la protesta social que caracterizaba al Dylan de años atrás.

Esta se hace patente en la primera canción que se completa el 13 de abril: 'License to kill', una acusación directa contra el americano moderno que reivindica el derecho a pisotear y apartar todo lo que se pone en su camino poniéndose por encima de la Naturaleza y reclamando ser el primero para todo. Y el que pensó entonces que sus críticas a la administración Reagan, que parecía haberse autoconcedido el 'derecho para matar' eran exageradas, comprobaría estupefacto años más tarde, con Bush, Jr, cómo el escenario que describe se convirtió en algo cotidiano.

En 'Man of Peace', Dylan vuelve a cargar con este rítmico blues contra Reagan, quien, después de cometer importantes torpezas en política internacional se convertiría en el personaje más odiado de los intelectuales americanos. Cuando Dylan describe las máscaras del diablo y establece comparaciones con algunos de los arquetipos de la nueva sociedad americana el tema ofrece paralelismos con canciones como 'It's alright, ma (I'm only bleeding)', aunque 'Man of peace' es más radical, ya que desenmascara el fariseísmo de un personaje concreto: Ronald Reagan.

Con 'Neighborhood bully', Dylan toma partido claramente: defiende a Israel y justifica en cierto modo la política agresiva con sus vecinos árabes, especialmente la invasión de Libano en 1982 y el ataque aéreo a una fábrica nuclear en Irak un año antes. Su enconada defensa de la cultura hebrea y su aseveración en el texto de la existencia de motivos recurrentes por los cuales la paz en Israel se rompe una y otra vez le trajo no pocas acusaciones de sionismo...

'I and I' es la canción más personal del álbum, en la que despliega sus sentimientos contradictorios. Y ambivalencias no le faltan en esta época en la que afronta los 41 años: la mujer desconocida que duerme junto a él y que le parece un ser de otro planeta; la brecha entre los valores judíos y cristianos; el conflicto entre emoción e intelecto. Es probablemente el mejor tema del álbum y recuerda en su claridad y fuerza poética a títulos como 'Simple twist of fate'.

'Jokerman' es el tema que abre el álbum y con una brillante producción, Dylan dibuja visiones apocalípticas que inevitablemente conectan con su etapa surrealista de los años sesenta. Todo gira alrededor del misterioso Jokerman, cuya identidad invita a no pocas especulaciones: Podría ser el propio Dylan, o Jesús o Satanás; asimismo podría tratarse del Joker de 'All along the watchtower' o el 'loco' del tarot... Como un chamán, Dylan conjura imágenes de lejanas mitologías y su Jokerman baila al son de la melodía del ruiseñor bajo la luz de la luna.

Lo que se interpreta en 'Jokerman' a través de la mitología, es en 'Sweetheart like you', terrenal y humano. Dos frases captan la atención de los exégetas de los textos de Dylan: "Una mujer como tú debería quedarse en casa, es el sitio que te corresponde para cuidar a aquel que te ama y no te desea ningún mal" y "Si cometes un pequeño hurto te meten en el trullo, y si perpetras una gran estafa te convierten en rey". Estos polos opuestos, lo individual, personal y lo colectivo y social marcan las fronteras en las cuales se establece la pregunta del sentido de la vida: ¿Nos encontramos en el lugar que nos corresponde?

La rockera 'Union sundown' se asemeja a 'License to kill' en su ataque a la voracidad capitalista americana y con ello, la colonización y saqueo del Tercer Mundo. Al mismo tiempo advierte del peligro de la conquista del mercado estadounidense de productos y marcas extranjeras, algo que va en detrimento de la cualificada clase trabajadora americana.
El tema que cierra el álbum es una inocente y casi reprimida canción de amor en la que un artista autocrítico, intermitente y condescendiente ruega a su presumiblemente joven amiga que no le deje solo esa noche: 'Don't fall apart on me tonight'...

Blind Willie McTell
Sin embargo el mejor tema de aquellas sesiones, 'Blind Willie McTell', su mejor canción desde 'Tangled up in blue', no supera el corte para incluirlo en el álbum. Dylan no está demasiado satisfecho con la toma y tampoco saben cómo encajar este crudo y sencillo blues con el único acompañamiento de un piano y la guitarra de Knopfler con el resto de temas de producción más elaborada. El sentido homenaje al legendario bluesman de Georgia, autor del 'Statesboro blues', no vería oficialmente la luz hasta que se publicó, ocho años después, en el álbum 'The Bootleg Series Volume III', en el que se incluyeron otros descartes procedentes de las sesiones de 'Infidels' como 'Tell me', 'Foot of pride', 'Lord protect my child' y 'Someone's got a hold of my heart'.


'Infidels', cuyo título de trabajo inicial fue 'Surviving in a Ruthless World' (Sobreviviendo en un mundo carente de escrúpulos), fue el resultado de las sesiones de grabación más intensivas y largas de la carrera de Dylan:

"Hubo un tiempo en el que pensaba que siempre resolvería mis grabaciones llegando, tocando mis canciones y abandonando a continuación el estudio, pero con 'Infidels' yo mismo y los demás decidimos tomarnos un poco más de tiempo". Pero el cuidado y elaborado trabajo de producción no solo costó el precio de agotadoras jornadas en el estudio, también albergaba riesgos artísticos como Dylan intuyó rápidamente: "Cuando escuchas un disco de los Eagles te das cuenta de una cosa: sus canciones son buenas pero cada nota es previsible. Sabes en cada momento exactamente lo que va a suceder después. Con 'Infidels' comencé a sentir algo parecido".

Pero sus temores eran infundados y con el paso del tiempo se puede afirmar que 'Infidels' está entre los mejores trabajos del cantautor. La ausencia de instrumentos de viento y coros femeninos, la limpia y cristalina producción de Knopfler, la banda de acompañamiento con Knopfler y Mick Taylor a las guitarras sustentados por la gran base rítmica aportada por los jamaicanos Sly Dunbar (batería) y Robbie Shakespeare (bajo) encajan a la perfección con las nuevas canciones de Dylan, en las que demostraba que había vuelto al 'aquí y ahora' y volvía a tomar conciencia social y política de la realidad que le rodeaba.

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